DOMINGO 30 DE JUNIO DE 2013
Hoy, último día del mes de Junio, mes en que se honra mi Sagrado Corazón, he derramado mi Divina Misericordia a torrentes por el mundo entero. Millones de almas que se encuentran en el camino de la condenación la han recibido. Sus mentes y corazones se han abierto a las gracias que he derramado en ellos y son muchas las almas que han optado por convertirse y empezar a recorrer el camino de la salvación.
Son muchas las almas que han visto con claridad el destino final del camino que recorrían y han decidido abandonarlo. Estas almas apenas inician su conversión y son débiles. Aunque han decidido abandonar el camino de condenación que recorrían requieren que sus hermanos les ayuden a recorrer el nuevo camino y no volver la vista atrás.
Mis almas escogidas las pueden ayudar de manera especial orando y sacrificándose por ellas. Y sobre todo acompañando a estas almas en su nuevo caminar dándoles el apoyo y la asistencia que necesitan. Ellas cuentan además con la asistencia de sus ángeles de la guarda y con la asistencia de todas las almas que gozan ya de la felicidad eterna.
Estas almas se irán integrando poco a poco a mi Iglesia y mis sacerdotes deben tener especial solicitud para con ellas buscando que se inicien gradualmente a la vida sacramental, nutriéndolas especialmente con la Eucaristía y con la Palabra.
De estas almas convertidas durante este mes de Junio escogeré a muchas que las incorporaré en el apostolado de mi Divina Misericordia. Ellas, como lo hizo Pablo, darán testimonio de mí y serán causa de que muchos de sus hermanos que se encuentran en el camino de la condenación se conviertan y se salven.
Este mes de Junio en que se honra mi Sagrado Corazón produce muchos frutos de conversión y salvación. No sólo les pido a mis almas escogidas que lo honren con gran amor sino que en este mes aumenten sus oraciones y sacrificios cuanto les sea posible. En atención a ello mi Divina Misericordia brotará de mi Sagrado Corazón en gran abundancia y salvará a muchos.